Sir Alex Ferguson. El Rey de Britania
Nacido en la suburbial ciudad de Glasgow, Ferguson desarrolló toda su carrera como futbolista en Escocia, destacando principalmente en el Rangers y en el mítico Dunfermline de los años 60s, entrenado por el no menos mítico Jock Stein. No llegó a ser internacional por su país pero dejó una clara impronta de lo que luego sería su carrera como entrenador, una disciplina a prueba de las peores circunstancias, que le llevaría a tener problemas con sus entrenadores y con los propios clubes.
Tras un corto paso como entrenador del East Stirling y un ascenso con el St.Mirren, Ferguson empezaría su meteórica carrera como “míster” en el Aberdeen. La tarea era difícil, se trataba de romper la hegemonía que durante décadas el Rangers y el Celtic habían impuesto en el fútbol escocés. Ferguson lo consiguió, no solo eso, creó un equipo tan poderoso que llegó incluso a ganar dos títulos europeos, la Recopa 82-83 contra el Real Madrid y la Supercopa de la temporada siguiente, ante el todopoderoso SV Hamburg. Su estilo brillante le daba a su equipo un aura de imbatibilidad, llegando incluso a ganar dos partidos en una semana en Celtic Park, algo que ningún otro club ha conseguido hasta la fecha. Disciplina con sus jugadores, heredada de Stein, era su cualidad más destacada, pero unas brillantes decisiones tácticas, siempre secundadas por su inseparable Archie Knox, hacian del Aberdeen un equipo potente y rocoso. Diez títulos en 9 temporadas así lo acreditan.
Ya desde principios de los 80 Ferguson tuvo ofertas para entrenar en Inglaterra. Tottenham, Arsenal o Wolves tentaron al escocés, pero la falta de proyectos competitivos o la certeza de que su tiempo en Pittodrie estaba aun, sin tocar a su fin le hicieron rechazar todas esas ofertas. El momento clave se produjo en 1986. Ferguson ayudaba a Jock Stein en la selección escocesa, éste falleció en los vestuarios de Ninian Park, Cardiff, a la finalización de un dramático Gales-Escocia clasificatorio para México-86, tuvo que hacerse cargo de la selección en ese mismo mundial, dimitió tras volver a Europa por sus malas relaciones con algún peso pesado de la selección y recibió la oferta de uno de los clubes punteros en Inglaterra, el Manchester United. No sería, sin embargo, hasta Noviembre de 1986 cuando Ferguson aterrizaría en Old Trafford, tras el cese del hasta entonces entrenador Ron Atkinson.
El proyecto era tentador pero los comienzos no fueron fáciles. Un club económicamente débil, un estadio ruinoso y una plantilla de calidad pero en muy baja forma. Por si todo esto fuese poco, el paralelismo con Escocia era similar, Ferguson tendría que romper la hegemonía del más fuerte en los años 70 y 80 en Inglaterra, el Liverpool, no solo por la altísima calidad de su fútbol, sino también por tener el trato de favor por parte de los entes arbitral y federativo.
Tres temporadas, sin títulos, estuvieron a punto de costarle el puesto, pero la perseverancia en su estilo, la disciplina y de nuevo el apoyo de un segundo, tan brillante, como Archie Knox fueron las claves para que en la temporada 89-90 la FA Cup diese el pistoletazo de salida a una serie histórica que alcanza ya los 25 títulos grandes. Muchos nos preguntamos qué hubiese sido de Ferguson, si Mark Robins no hubiese derrotado, él solito, al Forest de Brian Clough y al Oldham en esa FA Cup 89-90, pero tras haber ganado tantos títulos, la pregunta ha ido perdiendo trascendencia con los años.
Ferguson supo cambiar el rumbo de los títulos y al igual que había hecho Clough con el Euro-Liverpool de los 70, él lo hizo en las competiciones domésticas. Su astucia le llevó a “robarle” al Leeds a Eric Cantona, al igual que le hizo al Liverpool con Roy Keane. Se vio apoyado económicamente por la llegada de BSkyB y convenció a su presidente, Martin Edwards, de la necesidad de empezar la remodelación del estadio antes que todos sus rivales, una ventaja que hoy en día aun le sirve para producir más ingresos económicos que alguno de sus rivales directos. Lo que antes era un claro trato de favor de los arbitros hacia el Liverpool se convirtió en una equiparación del United con el resto de clubes grandes en Inglaterra, y el poder y la influencia de Ferguson en la organización creada en 1992, la FA Premier League, puso de manifiesto que su dominio duraría muchísimos años más. El resto vino de la mano de su sabiduría como entrenador y el saber rodearse siempre de los mejores profesionales, no solo en el terreno deportivo sino también en la zona ejecutiva y en el sector de merchandising del club.
Pocos futbolistas han intentado ponerle en ridículo y menos incluso lo han conseguido. En esos casos ha sacado su vena vengativa, siempre criticada por sus detractores. Como ejemplo, destacaremos lo sucedido con Joe Harper, veterano delantero a sus órdenes en el Aberdeen de finales de los 70. Preguntado el futbolista en el vestuario por su opinión tras una derrota ante el Rangers, Harper criticó la alineación y la táctica empleada. Ferguson llamó al jugador a su despacho para posteriormente, a pleno grito, preguntarle “¿quién mierda te crees que eres para desacreditarme en público?”. La respuesta del futbolista: "No me grites, se me paga para meter goles, no para dar mi opinión; si no quieres mi opinión, para que mierda me la pides”. Años después, con Harper trabajando en la radio local de Aberdeen, Ferguson prohibió a sus futbolistas hacer declaraciones a la cadena, la cual se vio obligada a prescindir del ex-futbolista.
Sus detractores le han puesto en multitud de aprietos catalogándolo de autoritario y de ejercer la disciplina más allá de los límites deseables pero pocos jugadores han hablado mal de Fergie una vez han abandonado el club, y es que aun siendo el tratamiento “hairdryer” una marca registrada de su comportamiento en caliente, Ferguson ha sabido tener un trato con sus pupilos de padre-hijo, resolviendo sus problemas más allá de la índole deportiva. Como ejemplo, baste decir que para evitar otro caso George Best en el club, Ferguson ordenó que el club administrase parte de los ingresos de Ryan Giggs, mientras este era el imberbe debutante de 17 años que maravilló al país a mediados de los años noventa.
Por último, cercana su retirada como profesional del futbol, Ferguson seguirá teniendo esos detractores pero, tal y como sucedió con Brian Clough, una vez que solo sea un nombre en la historia de sus clubes, su carrera será analizada con la perspectiva del tiempo y por supuesto valorada tal y como merece la consecución de tantos éxitos allá donde ha trabajado.
Andrés Onrubia Ramos
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