ARSENE
WENGER: El extraño estratega de Estrasburgo.
Pronunciar
su nombre es entender realmente de qué se habla. Invocarlo es intentar llegar
más allá de lo (mucho o poco) que hoy por hoy ofrecen esos medios que logran un
altísimo tráfico de usuarios, empalagando con el aderezo que le aplican una y
otra vez a una realidad impuesta, como lo es el Barça de Guardiola. Ponerlo
como referencia en alguna de esas tales 'charlas de café' requiere un tanto más
que la simple pose de lord etílico cuando se habla de, por ejemplo, Alex
Ferguson. Requiere mucho más que encarnar una versión de Scarface tanto o más
arrogante, arribista y soberbia que la original y pasearla por la zona técnica,
a lo José Mourinho. Y claro: sobraría todo ese Larousse que comprime términos
del tipo "achique", "agrande", "zona", y demás
sobrecargas teóricas tan propias de la fauna criolla.
Y
es que, sin ser tan mediático como los antes mencionados, Arsène Charles Ernest
Wenger ha sabido brillar con luz propia, sin necesidad de hacer que flashes y
tabloides le canten a su vanidad.
Desde
sus inicios en el Racing de su natal Estrasburgo, del cual apenas logró hacer
parte en el título logrado por el club en 1979, habiendo jugado tan sólo tres
partidos en dicha temporada, y que lo graduó de entrenador a los 35 años,
comenzó a mostrar sus dotes de economista, adquiriendo 'productos' baratos,
puliéndolos, perfeccionándolos y poniéndolos a circular nuevamente en el
mercado, pero ya con su valor agregado encima.
La
idea no es intentar competir con Wikipedia, por elaborar una mejor biografía de
Wenger. Es más bien marginarse de esa guerra dialéctica en la que nuestros
primeros mencionados (y algunos otros) sumieron al fútbol tratando de apartarlo
del sol en torno al que gira su galaxia: la pelota. Es intentar comprender la
valía de un hombre que le apostó a un estilo y, en cierta manera, a un modus
vivendi que ya lleva 15 años haciendo carrera en uno de los clubes más
populares del Reino Unido.
El
aterrizaje de Wenger en Londres, por allá por 1996, no fue casualidad. Había
hecho una gran campaña con el Mónaco, al que apenas tuvo que inyectarle la
experiencia de un par de veteranos, como Jurgen Klinsmann y Glen Hoddle para
que los jóvenes Thierry Henry, David Trezeguet, Sonny Anderson y George Weah
-todos descubrimientos suyos- tuvieran el soporte para comenzar su meteórica
carrera.
Ya
instalado en Highbury, Wenger resucitó para el fútbol a Dennis Bergkamp quien
venía de un paso frustrante por el Ínter de Milán, y a Thierry Henry, por quien
la Juventus había pagado 17 millones de euros para sub-utilizarlo. Sus descubrimientos,
resurrecciones y/o confirmaciones en el club londinense se cuentan por decenas:
Cesc Fábregas, Fredrik Ljumberg, Patrick Vieira, Marc Overmars, Samir Nasri,
Robert Pires, Nicolas Anelka, Theo Walcott, Emmanuel Adebayor, Alexander Hleb,
Thomas Rosicky, Andrei Arshavin, Gilberto Silva, Emmanuel Petit, todos marca
registrada.
Amante
y defensor a ultranza del fútbol vistoso, del toque y del lujo, Wenger armó
verdaderas filarmónicas que partido tras partido deleitaban a toda Inglaterra
con su melodía.
Su
estilo, siempre vertical, siempre con la mira puesta en el arco de enfrente,
pero sin ser recurrente con el componente aéreo del juego inglés promedio, le
ha significado muchos más admiradores que detractores.
A
aquellos que aún piensan que el fútbol empezó a jugarse hace apenas un par de
años con el Barça de Guardiola, no les vendría mal hacer el ejercicio de ver al
Arsenal de Wenger en 1998, en el 2002, en el 2004, siempre. Sabrán que no es un
invento salido del laboratorio de La Masía, sino que tuvo un precursor
adelantado a su tiempo, que opera desde la Gran Bretaña.
A
este economista condecorado con la Orden del Imperio Británico, y reconocido
por IFFHS como el mejor entrenador del mundo en la primera década del siglo
XXI, tal vez sólo le falte una copa internacional para poder cerrar su vitrina
con candado y quedar en paz consigo mismo, más no para quedar a la par de sus
colegas mencionados en las primeras líneas de este escrito, quienes (tal vez
con excepción de Ferguson) han triunfado casi siempre con planteles armados
previamente. Sigue teniendo Arsene Wenger, en mi concepto, el valor del señor
de la casa que se anima a a ir a comprar su propio mercado para enterarse por
sí mismo de la calidad y la vigencia de los perecederos que adquirirá; contrario
a los tan de moda hoy Mourinho y Guardiola, quienes simplemente se dedicaron a
posar degustando el banquete que con anterioridad Pellegrini y Rijkaard,
respectivamente, les habían dejado a fuego lento, listo para consumir.
Para
rematar, una de las mejores salidas de un hombre no muy acostumbrado a los
cruces de palabras con sus colegas. Alguna vez Sir Alex Ferguson se quejó de
que la clasificación de la Premier no había hecho justicia al juego de su
equipo, el Mánchester United, a lo que Wenger respondió: "Bueno, todos
pensamos que estamos con la mujer más bonita del mundo hasta que salimos por el
barrio a tomar un poco de aire".
A
lo mejor a los otros (DT's y aficionados) también les haga falta darse una
vuelta y conocer un poco más.
¡LARGA
VIDA AL FÚTBOL PERFORMED BY ARSENE WENGER!
Sebastian
Huertas.
Sígueme
en Twitter: @ @Juan_Sheva
No hay comentarios:
Publicar un comentario