Misión cumplida en 38
minutos
38
minutos. Tal cantidad de tiempo fue suficiente para que el Real Madrid
exhibiera un nivel futbolístico notable, en el que adquiere cada vez más
protagonismo el juego de equipo, el toque corto al igual que el largo, las
constantes triangulaciones, todas teniendo como eje a un Xabi Alonso
orquestador y cerebro de un órgano ejecutor en el que se destacaron 3
jugadores: Gonzalo Higuaín, Cristiano Ronaldo y Ángel Di María. Fútbol de
ataque, dominio total de un merengue disfrazado de negro. 4 goles para liquidar
antes de la primera mitad un partido frente a un rival que ajusta ya 27 años
sin ganar a los madridistas. Todo en 38 minutos, algo fugaz.
Fugaz,
al igual que lo fue el intermedio determinado entre dos jugadas -por cada
bando- que entre los minutos 2 y 3 bien pudieron haber sido señaladas como
penales. Los perjudicados fueron Cristiano Ronaldo y Joaquín, si bien es cierto
que el juez no dudó en indicar a ambos que se levantaran a jugar.
A
jugar, esto fue a lo que se dedicó Ángel Di María, cuando al minuto 10, tras una
acción individual, otorgó una asistencia a Gonzalo Higuaín, la cual superó la
línea defensiva del Málaga, de tal forma que el “Pipa” eludió al cancerbero
local Rubén y teniendo a su disposición el arco, no le quedó más que enviar el
balón al fondo de las redes.
Al
fondo de las redes andaluces estuvo de nuevo el esférico 13 minutos después; de
nuevo Di María comandaba la incursión ofensiva, en esta ocasión, un centro suyo
fue bien recibido por un Cristiano Ronaldo, quien con una sutil definición,
conseguía aumentar la renta merengue.
Aumentó
la renta merengue más aún, 4 minutos después; de nuevo, gracias a Ronaldo,
quien tras un servicio de Xabi Alonso, logró desestabilizar la zaga local
encontrando así la facilidad de batir a un Rubén que nada tenía para hacer ante
una avalancha negra, que contundente, llevaba a cabo un gran partido, faltaba
no más la guinda al pastel.
Y
la guinda del pastel se encargó de ponerla, una vez más, Cristiano Ronaldo a
través de un notable gol, en el que descolló una jugada acrobática del luso,
casi asegurando un triunfo que adquiría el epíteto o categoría de irrefutable,
mientras el Madrid no daba siquiera cabida al Málaga para exponer sus cartas
ofensivas. 38 minutos de goles, 45 en total de dominio visitante. La ventaja madridista
no solo se encontraba explicita en el marcador. De forma implícita, en el
desarrollo del compromiso, quedó evidente una renta forjada con base a un juego
fluido en el que ante todo, el equipo primó sobre las individualidades.
Ya
en el segundo tiempo la disposición del partido cambió. El guión era otro,
escrito a favor de los intereses locales, por lo menos, en cuanto a lo que se
refiere a la generación constante de peligro, y en general, la proliferación de
acciones ofensivas.
En
ataque los andaluces tuvieron más protagonismo, llegando incluso a mandar dos
remates a la madera, por parte de Joaquín y Sebastián Fernández; el Madrid se
dedicaba a hacer posesión del balón mientras podía hacerlo ante la presión de
la escuadra dirigida por Manuel Pellegrini, la cual, se había desfasado unos
pocos minutos para iniciar su reacción.
Los
dirigidos por José Mourinho en últimas, poco se desgastaron en ataque, dedicados
más bien a no permitir que el Málaga hiciese el famoso gol de la honra, vieron
como el reloj se acercaba al minuto 90, para así motivar aquel impulso nervioso
de los árbitros, con el fin de hacer música con su silbato. Esa música que
acaba los partidos, esa música que confirma los réditos ganados al final del
compromiso. Para el Madrid fueron 3, cosa que le permite consolidar su búsqueda
del primer lugar en la Liga BBVA. Para afianzar lo anterior un nuevo partido a
la vista: el miércoles 26 de octubre en el Santiago Bernabéu. El Villarreal, el
rival.
Juan Francisco Molina Moncada
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