Cuando juegan 11
Una
especie de anarquía era lo que imperaba en el Real Madrid; desde la célebre
época de los galácticos, han sido más protagónicas las figuras individuales, en
ocasiones las vedettes, las fotografías y la publicidad sobre la construcción
de un equipo, un conglomerado conformado por 11 elementos integrados entre sí, de
tal forma que logren forjar un circuito de juego cada vez más sólido además de
fluido. La anarquía en el Madrid ganaba partidos, era cuestión de que
apareciera alguno de la galaxia, se inspirase y con ello era suficiente; el
juego en equipo era poco común, jugaban uno, a lo sumo dos o tres más, eran
quienes resolvían las situaciones engorrosas.
En
la presente temporada no obstante, se empieza a visualizar como la anterior
tendencia cambia, paulatinamente, similar a como las serpientes mudan de piel.
De a poco, quizá en lo que es la segunda era de los fichajes surreales y ante
todo mediáticos, este Real Madrid empieza a ser más colectivo, a implicar 11
jugadores dentro de su juego y consecución de objetivos.
Y
es que incluso, a lo largo de la
temporada pasada, aún quedaba la sensación de que el Madrid a fin de cuentas
necesitaba recurrir a sus figuras (ante todo Cristiano Ronaldo) antes que a su
colectividad con el fin de ganar los partidos. La mejor evidencia, la cantidad
de goles anotadas por el luso la temporada pasada, una especie de dependencia
en la que si no aparecía Cristiano, el funcionamiento del equipo se paralizaba,
o bien, dejaba de ser contundente o punzante.
Ahora,
o mejor, desde unos 5 o 6 cotejos, los merengues se han dado a la tarea de destruir
un tabú: la necesidad, casi siempre ineludible de acudir al estado de gracia en
el que se pudiese encontrar hipotéticamente algunas de sus principales basas
con el fin de consolidar una ventaja sobre el rival de turno. En últimas, a lo
largo de los últimos partidos se puede decir que ha sido el Real Madrid quien
ha ganado, no Cristiano Ronaldo, no Kaká, no Karim Benzema, no Mesut Özil, no
Ángel Di María o cualquier otra individualidad.
Un
punto importante para lo anterior: el hecho de que Ronaldo asuma una postura
más de equipo que personalista. El luso, ahora, pone su potencial y talento más
a disposición del equipo, algo que se ha clarificado en el rendimiento y
producción ofensiva de un Madrid, que empieza a conjugar más frecuentemente la
trilogía de las G: Ganar, Gustar y Golear. Dos ejemplos claros para ilustrar la
situación expuesta: las últimas dos goleadas blancas ante el Lyon y el Málaga.
Los de José Mourinho fueron superiores, sus triunfos, irrefutables, ante todo,
aplaudida su prestación.
Buen
punto el anterior, a fin de cuentas para que el Real Madrid continúe hacia la consecución
del liderato de Liga y el protagonismo en la UEFA Champions League. Importante
además porque en la competición domestica comienza una etapa constituida por
partidos a priori complicados en los que en efecto, el juego de equipo, el de
11 jugadores, será la mejor alternativa para que el Madrid extienda la racha
victoriosa y de buen juego que lleva “arrastrando” desde hace unos partidos. En
conclusión, los merengues empiezan a replantear su anarquía, a entender mejor
este concepto.
Juan
Francisco Molina Moncada
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