KEEP WALKIN' (KEEP DRINKIN'): Paul Gascoigne
Es fácil comenzar un escrito de este corte cuando el
protagonista es Pelé, Maradona, Cruyff o Zidane. Es fácil (y muy cómodo)
crucificar a Maradona por su vida personal, y mencionar a los otros tres como
"cracks dentro y fuera de la cancha", como si este tipo de artículos,
y el fútbol mismo, fueran dirigidos
exclusivamente a una logia de abstemios y castos que manejan una perspectiva de
este deporte que va más allá de lo celestial.
Por eso, escribir sobre un tipo como Paul Gascoigne
trae consigo un grado de dificultad que va más allá de "jodido".
Ya me parece estar viendo en los comentarios frases
ofensivas contra la figura de Gazza. Los eruditos que vendrán a comentar que
Paul Gascoigne no era más que un borracho. A eso reducirán su panorama. Igual
es completamente cierto. Paul John Gascoigne fue quizás (después de Sir Winston
Churchill, claro), el alcohólico más célebre que parió el Reino Unido. Demente,
bromista, drogadicto... lo que en cualquier fraternidad llamarían "un tipo
pesado".
Tuvo una infancia complicada, llena de limitaciones y
de frustraciones. La vida le recordó varias veces su lugar en el tiempo y en el
espacio. Tuvo que presenciar la muerte de su mejor amigo en circunstancias
violentas, y pocos días después, la de su padre a causa de una hemorragia
cerebral, luego de estar internado 8 meses en una clínica.
Todo esto lo convirtió en una suerte de lacra. Sufrió
transtornos de personalidad, que lo llevaron a cometer delitos menores, por lo
que tuvo varios problemas con la justicia. Lo sé. Hasta aquí le estoy dando
toda la razón a mis eventuales comentaristas. Hasta aquí no estoy haciendo más
que rendirle culto a un marginal de esos, que podríamos encontrar en cualquier
comuna. De esos que quieren hacer a todo el mundo víctima de sus limitaciones. Pero
Paul Gascoigne es un tipo distinto. Cuando descubrió que además de hacer (y
hacerse) daño, también podía jugar al fútbol, dejó de ser terrenal y se codeó
con los eternos.
Lo que Gazza dejó ver en su intermitente carrera como
jugador, casi siempre era sacado del sombrero. Nunca (en los 24 años que llevo
sentado frente al TV viendo rodar la pelota), vi a un jugador británico con el
pie de Paul Gascoigne. Por mi pantalla desfilaron imitaciones del corte de
Michael Owen, David Beckham, Wayne Rooney, Alan Shearer, Frank Lampard y Teddy
Sheringham. Evidentemente, nombres que no son cualquier cosa, pero cuando
quisieron ser Gascoigne ni siquiera lograron verse como ellos mismos. Los más
veteranos intentaron convencerme mostrándome filmes en blanco y negro de los
Charlton. Nada. Unos son goleadores, otros son trabajadores, otros corredores,
pero tengo esa aberración. Me encantan los que se calzan un guante para jugar
al fútbol: Baggio, Bengoechea, Riquelme, Prosinecki, Valderrama, Maradona,
Zidane... ¡PAUL GASCOIGNE!
Hecho en el Newcastle (Si, si, si. El mismo equipo en
el que estuvo Asprilla), Gazza saltó muy rápido al Tottenham, que le ganó la
pugna al Manchester United por hacerse con sus servicios. Hace poco Alex
Fergusson dijo que no tener a Gascoigne en el Manchester, había sido una de sus
grandes frustraciones.
No se trata de hacer una biografía de este tipo, esa
está en Wikipedia, en Encarta y en FIFA.com. Se trata de que sentí un dolor
enorme al ver las fotos más recientes de él, que se publicaron. Envejeciendo a
un ritmo vertiginoso, amargado, huyendo de los flashes que buscaba cuando los
dioses lo tocaron con su vara, confinado a una soledad que la mayoría de los
genios parecen disfrutar, él no.
Vi por primera vez a Gascoigne en la Copa Mundo de
1990. Allí, en el debut ante los irlandeses por la fase de grupos, comenzó a
dar de que hablar. La Etrusco y su zapato derecho tenían algo más que química.
Era algo parecido a un romance. Pero también fueron célebres sus permanentes
insultos e intimidaciones todo el tiempo a los futbolistas irlandeses, a los
que en cada balón dividido les recordó que eran "hijos bastardos de la
corona". El fino ademán que hizo de tocar el violín ante sus amigos
hooligans en Bologna, luego de que Inglaterra eliminara a Bélgica tras la
prórroga en los octavos de final. El recital que, junto a David Platt y el gran
Gary Lineker, brindó frente a Camerún en cuartos. Las lágrimas, la magia y la
desfachatez que regó en el césped de Turín en la semifinal ante los alemanes.
Sus anécdotas/salidas en falso se cuentan por montones, aún son suficientemente
célebres, y reseñarlas de nuevo sería redundar... Insisto: Paul Gascoigne es un
tipo único.
Se apagó después del mundial, a causa de severas
lesiones y, sobre todo, de su vida personal. Fue fotografiado en pubs bebiendo
cerveza y luciendo la indumentaria de la selección inglesa. La Lazio de Italia
intentó rescatarlo en 1992. Su talento estaba intacto, pero el físico comenzaba
a pasarle factura. Más allá de un clásico que ganó él solo ante la Roma, al
marcar dos joyas de tiro libre cuando perdían 0-1, un día en que confesó que la
resaca solamente le dio para caminar lentamente hasta donde estaba la pelota e
ir a ejecutar los cobros, no fue mucho más lo que le brindó a los descendientes
del Duce.
Cuando llegó al Glasgow Rangers volvió a ser él. Dos
ligas, una Copa de Escocia y una Copa de la Liga ganadas, dan fe de lo que fue
su paso por el club más popular de Escocia. Terry Venables lo reencauchó para
la Euro '96 que se disputaría en Inglaterra, y más allá de que volvieron a caer
ante los alemanes en semifinales, y otra vez por penales, su juego fue
exquisito, impecable, explosivo, contundente. Me quedo con el gol que le marcó
a los escoceses en Wembley, y la manera tan particular de celebrarlo con
Sheringham y con alguno de los Neville.
Luego, estuvo muy cerca de irse a las manos con
Venables, cuando este lo dejó fuera de la lista de jugadores que fueron a
Francia en 1998, a raíz de otro de sus escándalos. De ahí en adelante fueron
intentos de regreso alternados con escándalos, de lo que no vale la pena
hablar. Simplemente le quiero agradecer a Paul Gascoigne la migaja de su magia
que mostró.
Dijo George Jung (el primero que ejerció en grande eso
que acá llamamos "narcotráfico"), que había hipotecado su vida entera
a cambio de un par de años de felicidad, de vivir al límite, de pasar de largo
sobre los excesos, de ser feliz: Lleva más de 30 años encarcelado. La sentencia
es perfectamente aplicable no solo a Paul Gascoigne. Se divirtió en grande
jugando al fútbol y tomando cerveza. También lo hicieron Asprilla, Maradona,
Romario, y eso no les quita su lugar en el Olimpo.
Claro. En una sociedad mediatizada por las novelas y
los realities, es un pecado mitificar a un personaje de estos. Es más
edificante "llamarse" o tener un gen ("factor") extra que
lo aliente a ridiculizarse a sí mismo. Es objeto de culto la que desafía el
paso del tiempo templando sus estrías en Photoshop, o el que resiste a irse con
dignidad y prefiere quedarse arrasando el panorama político a su paso. También
es un canto a la doble moral.
¡CHEERS GAZZA!
Sebastián Huertas
Sígueme en Twitter: @Juan_Sheva
Que buena columna, muy cruda y realista, felicito a @Juan_Sheva y a los locos de @PaseAlVacio, están zafados una tuerca o un tornillo, hablar de futbol es mas que solo ver el resultado y ustedes lo hacen muy bien.
ResponderEliminarInsisto con esto QUE BUENA COLUMNA.
@ElNegroAnderson
Aplausos
ResponderEliminar@cocoarguelles
tuve la misma sensación que usted cuando vi jugar a gazza en el mundial de ITALIA-90, fue el jugador mas genial de ese campeonato, distinto, ganó todos los duelos particulares y sus pases aún no he visto a nadie que los haga igual.
ResponderEliminarMagnífico comentario