Sobre
la idea de la Liga Europea.
Durante
el último mes se ha venido rumorando con mucha fuerza la creación de una Liga
Europea. Una liga en la que los equipos económicamente más poderosos de Europa
se enfrenten para decidir quién es el mejor de los mejores. Esta iniciativa
parte de una superioridad deportiva entre los grandes y el resto. Cada fin de
semana se ratifica la idea de que Real Madrid y Barcelona dominarán a placer La
Liga. En Inglaterra parece que los equipos de Manchester y tal vez Chelsea van
a pelear hasta el final por el titulo. Tanto el City como el United han goleado
a dos equipos de Londres, Tottenham y Arsenal. Se podría pensar que si esto
hacen con equipos aparentemente dispuestos a pelear de igual a igual los 90
minutos, ¿Qué queda para el resto? Este problema no hace sino hacernos pensar
que por y para el bien del espectáculo y por y para guardar la incertidumbre de
un partido es necesario modificar el torneo. ¿Es ésta la solución?¿Llevar el
juego al alcance de 14 equipos es salvar el espectáculo?
Michel
Platini, presidente de la UEFA, ganó sus elecciones con la promesa política de
expandir los límites de la Champions League a todos los rincones de Europa,
para ser más claros, democratizar la máxima competencia continental. El fondo
de la medida es llevar el fútbol de máxima competición a cualquier estadio de
Europa. Por eso hemos visto equipos en las últimas ediciones de Champions
League que no conocíamos: APOEL Nicosia, BATE Borisov y ahora Oţelul Galaţi,
por nombrar algunos ejemplos.
Este
formato me ha convencido, me ha hecho pensar que es el camino a seguir si se
quiere salvar el espectáculo y, en últimas, la esencia del fútbol. Las ligas
europeas tienen que seguir este camino. Para que un torneo ostente calidad y
prestigio es necesario que tenga nivel y competitividad. El nivel lo puede
alcanzar un sólo equipo y con eso bastaría para derrotar a todos y ganar una
liga, pero la competitividad es un concepto que no cabe para un sólo equipo,
necesita de otros a su nivel para, precisamente, competir.
Sería
lógico que los espectadores mundiales, entre ellos nosotros, que consumimos un
producto, tuviéramos más predilección por ver grandes encuentros entre
grandísimos equipos fin de semana tras fin de semana. Una fase final de UEFA Champions
League todo el año. ¿Y los hinchas verdaderos que sólo miran el calendario del
torneo para ver cuando SU equipo de pueblo o ciudad pequeña, que seguramente
pelea por salvarse del descenso, recibe a Barcelona, Juventus o Liverpool?
Sería complicado discutir si es justo o no, pero para mantener el carácter
global del juego es necesario que los hinchas del Granada o del Novara vean que
su equipo se enfrente con el Real Madrid o el Inter de Milán en su estadio, que
sean participes de la fiesta de disfrutar la visita de un grande de verdad.
Probablemente caigan goleados (o quién sabe, a veces es cuestión de actitud)
pero estar a ese nivel les permitirá tener alicientes para mejorar.
Es imposible
pedir que los grandes dejen de serlo, por cantidad de fans, por dinero y por
difusión mundial van a tener una brecha a favor importante con los demás y,
hasta cierto punto, se lo han ganado por historia y tradición. Sin embargo, la solución
no es dejar a los demás atrás, sino más bien incluirlos en un marco
institucional y deportivo más equitativo. Se ha hablado de renegociar los ingresos
económicos por derechos de televisión como un primer paso para lograr una
competencia más transparente, para crecer institucionalmente y fichar mejores
jugadores. Si hay que sacrificar la idea de una espectacular Liga Europea por
el bien del fútbol y lo que significa…Yo como espectador estoy dispuesto a
hacer ese sacrificio.
Carlos
Cortés
@Morelliano
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